viernes, 20 de febrero de 2009

Capítulo 10 primera temporada: Pollos poco comunes

La Dra. Nataccia Apenttienichio había pasado la mayor parte de su vida viajando por el mundo en busca de las especies animales más letales del planeta. A lo largo de sus viajes había ido recopilando los venenos más potentes de la historia animal y había creado una suerte de "farmacia de la muerte" que guardaba en su despacho. Su más preciado tesoro era el veneno del espolón de pollo del Caribe.

El pollo del Caribe es un ave misteriosa en peligro de extinción que, a pesar de su nombre, habita en las montañas del Himalaya. Se trata de uno de esos absurdos pájaros din alas, vive entre la nieve y pasa la mayor parte de su vida metido en minigrutas, saliendo apenas 3 días al año del verano para copular.

La doctora Apenttienichio emprendió su aventura en busca del veneno de espolón de pollo del Caribe a los 22 años, y en su cruzada estuvo a punto de perder la pierna izquierda en varias ocasiones. En la primera ocasión estuvo a punto de congelársele tras una pequeña "siesta" durante la escalada; en la segunda ocasión unos sicarios contratados por un equipo de biólogos rivales la atrapó con un cepo, aunque consiguió zafarse; en la última ocasión fue el propio pollo del Caribe quien la picó con su mortífero espolón, momento que la Dra. Apenttienichio aprovechó para cazarlo. La leyenda urbana sobre como salvó la vida y la pierna es extensa. Hay quien opina que aprovechó la pierna de uno de los serpas agonizantes para hacerse un transplante in situ; la opinión más generalizada es que a través de sus periplos por el mundo y el contacto continuo con todo tipo de venenos la había hecho conferir inmunidad a todos ellos.

Esa noche, en la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Tulancia, la única misión de Cristiana Rolanda era robar ese veneno mortal. Como una sombra en la noche se movía entre las tinieblas de la oscura formación de edificios de la facultad. Con su habilidad para doblar horquillas consiguió abrir la puerta del despacho de la Dra. Apenttienichio. El despacho era normal y corriente, pero a uno de los lados se encontraba una pequeña sala donde guardaba todos los fraquitos de veneno, la conocida como "farmacia de la muerte". Allí se adentró Cristiana Rolanda en busca del veneno, pero de pronto se encontró con miles de frascos sin ningún orden ni control. Se pasó mucho rato buscando el que quería y finalmente encontró dos frascos con la etiqueta "pollo del caribe": uno rojo y otro azul (lo que diría la Dra. di Forbole, "azul-grana")

Como no sabía cual coger, cogió los dos, y se dijo a si misma:

-Uno te hará crecer, y el otro te hará más pequeña. Pero si menos es más, soy infinita.

No sabía porque había pensado aquello, pero de alguna manera le salió como un Resorte. Se guardó un frasco en cada bolsillo del pantalón y huyó en todas direcciones sin dejar el menor rastro de su presencia en el despacho de la Dra. Apenttienichio.

jueves, 19 de febrero de 2009

Capítulo 8, Primera Temporada: Perdidos

El detective Johnny Guillemmo Arandini Villarino estaba harto de ese tipo de casos que involucraban a adolescentes. Siempre ocurría lo mismo: organizaban una fieshta en un lugar abandonado y alguien acababa muriendo en misteriosas circunstancias.





Allí se encontraba, al lado de un charco de salmuera, con un cuerpo totalmente desfigurado a sus pies. La verdad es que todas las piezas encajaban: sin duda se trataba de Tracy, esa muchacha estadounidense que días antes había desaparecido en misteriosas circunstancias.



La chica era feliz, quizá demasiado. Se paseaba por Tulancia cantando canciones por todo aquello que hacía: que iba a hacer la colda, cantaba una canción al respecto; que se dirigía a estudiar a la facultad de veterinaria, cantaba una canción al respecto; que estaba en el WC tratando de cagar de una sola pieza, pues cantaba una canción al respecto.



Al principio la situación hacía gracia a los habitantes de Tulancia y a sus compañeros de la facultad de veterinaria, que incluso improvisaron coreografías multitudinarias con ella, pero poco a poco la gente se fue cansando. No había quien lo aguantara. La situación estaba desquiciando a todos. Seamos sinceros: cualquiera podía haber matado a Tracy.



Era uno de los casos más complicados a los que Johnny Guillemmo se había enfrentado nunca. Por eso decidió solicitar la ayuda de su más fiel colaboradora y/o hermana: Maria Salammi Spetechia Villarino. Su única misión sería inmiscuirse en ese grupo de alocados estudiantes con una identidad falsa, la de la misteriosa estudiante de Física Cuántica de la universidad que acudía a realizar un ensayo clínico a la facultad de veterinaria para evaluar la verdadera masa atómica de los guacamayos.



Para esta labor Johnny Guillemmo precisaría tirar de todo su arsenal. Por ello regresó de nuevo a su oficina en la agencia de detectives "Di Cappo", y se dirigió a su caja fuerte. Marcó la combinación secreta:


4 8 15 16 23 42



Dentro, todo tipo de artilugios detectivescos se apiñaban en una montaña sin fin, que lo envolvía todo. Johnny Guillemmo solo tenía que elegir los más adecuados para la ocasión. Y sabía cuales eran.


lunes, 9 de febrero de 2009

Temporada 2 capitulo 3: Tiempo de setas

Rodrigo Manuel Alfredo Casiraghi salió del despacho de su amiga Futilia Ester agotado. No sólo por las infernales escaleras llenas de obstáculos que había tenido que bajar, si no también por la agotadora sesión de estudio que acababa de tener con su amiga y profesora. Habitualmente subía a estudiar con ella y a ojear las entradas a su blog erotico sexual y al cabo de un rato acababan probando una nueva postura del Kamasutra. Actualmente iban por la 1.879, una postura creada por la propia Dra. di Fórbole y que precisaba de una elasticidad que Rodrigo Manuel Alfredo no sabía que poseía. Él había sido su primer amante en la facultad y por ahora el que más le duraba, ya que era el único que entendía de verdad su voracidad sexual y él la entendía porque en el fondo estaba locamente enamorado de ella y le daba igual a quién se cepillase con tal de llegar a la posición 2012 que había vislumbrado en el poster del kamasutra que coronaba el palacio de su amada.
Cuando salió se apoyó en la pared y unas gotas de sudor frío perlaron su rostro al ver acercarse una sombra extraña desde el lado contrario de la central térmica. Levantó lentamente la mirada para descubrir un acordeón, que a su vez estaba sujeto por su dueña, Eva María Fiorcci, la limpiadora de la facultad que se encontraba en su tiempo libre y estaba hablando tranquilamente con Diego Alfonso Maratona que vestía una bellísima camiseta del equipo de fútbol de Nápoles que le había regalado su primo Armanado (Todos en su familia llevaban el nombre de Diego en honor a su tatarabuelo Diego Aureliano Buendía, procedente de Macondo, y por tanto se llamaban por el segundo nombre).
-Joder vaya susto- dijo Rodrigo Manuel Alfonso- pensaba que veníais a robarme mis calzoncillos de la suerte.
-Hombre, Rodrigo Manuel Alfonso, que bueno encontrarte por aquí- dijo Eva María- pensabamos irnos a la playa a buscar un poco de sol. Aquí tengo mi acordeón, mi maleta de piel y mi biquini de rayas.
-Ahora no tengo tiempo para ir a la playa. Oscario Luis Alfredo ha estado actuando de una forma muy rara desde la desaparición de Javiero Daniello y hoy me he citado con él, con Daniello Daniello y con Cristiana Rolanda a las 7 media.
-Y es que en tu inocencia ignoras- dijo Diego Alfonso- que más que una hora señora, las 7 y media es un juego. A lo peor es un trampa. 
- Bah, no te preocupes, tengo mis calzoncillos de la suerte.
Al despedirse, Rodrigo Manuel Alfonso se dirigió a su cita que debía celebrarse en el casino de la facultad, un horrible lugar que siempre olía a fritanga, pero nada más entrar en el local, se dió cuenta que sus calzoncillos de la suerte colgaban de una vasija en el despacho de Futilia Ester.
-Bien, bien, bien, ya ha llegado el que faltaba- Dijo Cristiana Rolanda con la más angelical de sus sonrisas- ¿estás dispuesto?.
Y con un portazo se cerró la puerta del casino.  Delante suyo estaban Oscario Luis Alfredo, Cristiana Rolanda, Daniello Daniello y el desparecido Javiero Daniello qu sujetaba un extraño colgante entre sus manos...
CONTINUARÁ...

martes, 3 de febrero de 2009

Capitulo 11 Primera temporada: Temporada de pollos

Eran las 5:30 de la mañana y Futilia Ester se disponía a entrar en su despacho de la Central Térmica de la facultad de veterinaria para contestar las preguntas su consultorio sexual después de una noche de sexo salvaje por todas las aulas del animalario de la facultad. Reconocía que no había estado mal la noche porque cuando sus 3 amantes quedaron completamente exhaustos y a punto perecer por su poderío sexual, un pollodrilo, creado por el estudiante Daniello Daniello Candoso Lostás, uno de sus preferidos aunque perteneciera al grupo B, le miró con ojos de bambi haciendo una caída de párpados laterales que la enamoró completamente, finalizando un triple orgasmo que llevaba buscando desde mucho tiempo antes. Se disponía a entrar, decíamos en su despacho mientras cantaba "en la variedad está la diversión" cuando un ruido la sorprendió por detrás. La Dra. Nataccia Apentienichio se le acercó diciéndo:

-Forbo- que era como ella le llamaba siempre- tenemos que conseguir rápido un contraveneno, se me está acabando el elixir "Montaña oscura" y los efectos del veneno están empezando a pasarme factura.

Tras decir eso, se bajó la capucha y apareció una pequeña cresta a cuadros blancos y negros.

-Que bonita- contesto Futilia Ester- no entiendo porque no te la dejas. Te pasas todo el día ahorrando para conseguir ese elixir que no sé de donde sacas cuando el contraveneno es claramente una derivación fitoestrongiloide de segunda generación, esterificada con avecrem que hasta un residente de Psiquiatría sabría formular con el ojete cerrado. Sólo me hace falta un pelo púbico de Batcoco, y precisamente hay uno a punto de eclosionar en el animalario, ven conmigo.

-Vamos rápido- Contesto Nataccia Anastaccia di Catalinna, pues este era su nombre completo- que me están saliendo unos espolones que no querrías ni ver.

- No estoy tan de acuerdo en eso último- contesto la Dra. di Forbole- pero vayamos, que tengo que terminar de limpiar unas cosas en el animalario.

Y se fueron alejando mientras Elisa Antonia, que lo había escuchado todo tras la puerta de la central térmica, suspiraba aliviada por no haberse desmayado de nuevo y porque su amiga Futilia se hubiera dejado la puerta abierta. Ya empezaba a comprender cosas, los escudos de los uniformes y los pasajes secretos hacía el antiguo despacho de la Dra. Apentienichio. Cuando salió a la incipiente luz de la mañana, algo había cambiado en ella, era más fuerte, más sabia, más dinámica. Avanzó un poco dispuesta a declararse a Rodolfo Maher cuando algo escureció el sol y cayó desmayada. Lo último que alcanzó a ver fue un espolón saliendo de un zapato, que recordaba de otra ocasión, pero mientras hacía memoria, fue perdiendo la consciencia, mientras el ya conocido olor a salmuera lo invadía todo en su mente.


CONTINUARÁ...