Daniello Daniello había recibido el papel de sacerdote empalador y se disponía a acudir a la fiesta vestido con una piel de Gerifalte de antaño, un curioso animal en blanco y negro con una enorme barba blanca cuando Mara Morgan Fremana se le acercó vestida con un vestido rosa de volantes y una varita con punta de estrella en la mano que le dijo: ¡Que grande soy! Nunca había sido tan grande para sentir algo tan grande- y al ver la cara de azoramiento de Daniello continuó- lo siento pero me refería a esta estaca sobre la que estoy subida.
Y efectivamente Mara Morgan estaba subida sore una gran estaca clavada en el suelo y se asomaba por la ventana del primer piso donde Daniello Daniello se estaba cambiando de ropa.
- Tú debes ser el maestro empalador o sacerdote o lo que sea. Yo soy tu ayudante y creo que he encontrado el cordero para empalar. Si quieres lo dejo todo preparado para cuando llegues.- Y antes de que contestara, salto de la estaca y salio corriendo cargando la misma.
Al llegar al hospital Porta di Ferro, la gente ya estaba acudiendo a hacer Vipaseos por culpa de unas petacas que contenían licores de colores fosforescentes que nadie sabía de donde habían salido. Al llegar al cuarto asignado por Mara Morgan para la ceremonia tuvo que aguantar la respiración durante un momento. Sobre la estaca, o más bien, con la estaca dentro de ella, visualizó a Tracy, aquella chica que cantaba y soñaba con caricaturizar a todos los estudiantes de Tulancia, cubierta por la ritual capa de pelo azul y rociada con la Sal sagrada utilizada para enviar el alma fuera de este mundo y hacia el cielo báltico del rito de los chesapikos.
Mara Morgan le vió y le dijo: está todo preparado, deberiamos llamar a los demás- Daniello al ver lo que pasaba contestó con toda la sanre fría que pudo, intentando no ser el siguiente- Buen trabajo, ahora puedes tomarte vacaciones.
Mara Morgan salió corriendo feliz de la noticia hacia lugares, muchos lugares olvidandose de avisar a la gente. Daniello Daniello llamó a su hermano Javiero Daniello para que le ayudara a esconder el cuerpo, y mientras Javiero Daniello bajaba el cuerpo, él salió a buscar un carnero y un sitio para esconder el cuerpo, pero en la puerta estaba Oscario Luis Alfredo. No pasaba nada, era uno de los nuestros. Pero en ese momento al ver a Javiero Daniello con el cuerpo ensangrentado de Tracy, se fijó en un brillo extraño en su mirada.
Daniello Daniello se despertó del sueño empapado en sudor y apartó el jabután que le acompañaba en la cama y pensó en el sueño que acababa de tener. Emulaba a la perfección el día de la muerte de Tracy. Esa mirada de Oscario Luis Alfredo no le impresionó en su momento, pero ahora entendía más cosas. Y sobre todo entendía quién se había encargado de su hermano.
La Vendeta estaba servida.
CONTINUARÁ...