Misteriosamente nadie se había dado cuenta de que faltaba alguien en la biblioteca. Todo estaba demasiado tranquilo. Y es que, efectivamente, Jessica L. Builli ya no estaba allí.
En medio de todo el revuelo, Jessica se habí ido escabullendo, como llevaba haciendo todos esos años en la Universidad de Tulancia. Era por ello, tal vez, que no había aparecido como protagonista en ninguno de los escándalos. Pero hoy iba a ser distinto.
Jessica, desde hacía ya tiempo, había descubierto una trampilla al fondo de la biblioteca, un pequeño agujero que parecía una antigua gatera. Jessica era lo suficientemente delgada para deslizarse por él y salir. De hecho durante todos esos años había fingido ir a buscar libros a las estanterías del fondo de la biblioteca y se había marchado, mientras sus compañeros seguían estudiando y pensaban "¡qué aplicada es esta Jessica, la de libros que consulta".
Esta vez era diferente. Jessica se deslizó hacia la calle, donde la lluvia caía de manera torrencial, hasta el punto que no veía más allá de sus narices. No sabía lo que estaba ocurriendo, pero tenía una terrible sospecha. Y creía que podía tener que ver con el tiempo en que estuvo de estancias prácticas el último verano.