En los estudios de El Programa de Madi la espectación era absoluta. Todos los estudiantes de la facultad de veterinaria de Tulancia se agolpaban a las puertas con la esperanza de formar parte de la historia. Ese día la invitada al programa no era otra que la vuelta de entre los muertos Elisa Antonia.
Madison Brenda estaba nerviosa. El programa se retransmitiría a nivel mundial a través del satélite. Se podía convertir en el programa más visto de la historia, y era su programa. Los minutos de publicidad previos al inicio del programa parecían horas. Pero por fin llegó el momento.
-Hola buenas noches. Soy Madison Brenda y esta noche estoy aquí con ustedes para presentarles el programa más apoteósico de Hablando con Madi.
A las puertas de los esdtudios aparcó una limusina. De ella salió María Ángela Matachanning. Estaba dispuesta a finalizar la emisión como fuera. Ese programa estaba haciendoq ue sus estudiantes se descontrolaran, que volvieran a ser los mismos, que huyeran en todas direcciones. Venía con una orden del juez para la cancelación absoluta.
Mientras tanto las carpeteras y tetitas húmedas se encontraban en la zona de control de los estudios. Habían secuestrado al personal, les tenían atados a las sillas, y podían ver en los monitores todos los programas. Aunque algunas de ellas estaban despistadas buscando el capítulo de Love Thrill en el que se descubría al fin si Beyoncé Knowles moría, la mayoría estaban concentradas en encontrar la manera de hacer aterrizar la estación espacial H.U.L.L.U.M. Y fue entonces cuando encontró el interruptor que haría bajar la nave.
De pronto apareció Henaria Felipa, con cara de circunstancia. Le tenían bastante respeto, pues al fin y al cabo era la hermana de su ídolo:
-No lo hagais chicas- dijo.
Y tras ella, apuntándola con una pistola, apareció Tessa Mati, su misteriosa ayudante.
-Sí, me habeis descubierto- dijo Tessa- yo fui la que organizó el secuestro de vuestra querida doctora. Los números me lo dijeron.
La verdad es que se quedaron bastante atónitas, ninguna esperaba esa respuesta. Pero entonces alguien atestó un golpe en la nuca a Tessa y se desplomó en el suelo. De entre las sombras, con una porra en la mano, surgió Evaccia Moirina. Estaba magullada, con la ropa destrozada, el pelo alborotado y llena de grasa.
-A mi nadie me tira por un barranco- dijo- Vamos a bajar esa nave.
Las puertas del programa de Madi se abrieron ese día para la supuesta Elisa Antonia. Con un vestido de noche de impacto, consiguió que todods, fuera y dentro del plató, se quedaran con la boca abierta. El mundo entero tenía los ojos puestos solo en ella. Y en ese momento las luces se apagaron y la conexión se cortó. Una mano la cogió por el brazo y la arrastro por los pasillos hasta un cuarto de la limpieza. Todo estaba oscuro. Pero entonces, su misterioso captor encendió un mechero, y ante ella apareció Oscario Luis Alfredo:
-Esta vez no escaparás.
Tetitas Húmedas era la que había pulsado el interruptor. Toda la energía de los estudios había sido derivada a la base espacial H.U.L.L.U.M., y ahora todo estba a oscuras salvo por algunos pilotos de emergencia y un monitor. De pronto una alarma empezó a sonar y comenzaon a encenderse muchas luces rojas. En el monitor apareció un mensaje de peligro: la estación espacial estaba fuera de control y se dirigía a toda velocidad hacia los estudios de grabación.
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La Dra. di Fórbole estaba buscando la forma de escapar de aquella nave. A pesar de que le gustaba su color blanco lechoso y que le había encontrado su punto a la ingravidez, la verdad es que necesitaba contacto físico humano. Fue entonces cuando la estación comenzó a moverse a toda velocidad. La Dra tenía demasiados quehaceres, pero por fin logró abrir una escotilla. Era demasiado tarde para andar con rodeos, así que saltó.
La caida fue desde una altura considerable, pero por suerte ya estaba dntrod e la atmósfera. Todo apuntaba a que la Dra. di Fórbole moriría aplastada contra el suelo, cualquier ley física lo hubiera corroborado. pero cayó sobre el agua poco profunda de una fuente y, misteriosamente, se salvó. Se encontraba en un lugar desconocido para ella, algo que parecía un pueblo abandonado, o al menos sin mucha vida. De pronto, una mujer ya entrada en años, se acercó a ella y dijo:
-La Dra di Fórbole, supongo.
-Sí, a sus pechos, pero ¿cómo lo sabe?
-Podría decirse que he tenido un presentimiento
-¿Y usted quien es? ¿Nos conocemos?
-Digamos que usted conocía a mi hija... bueno, al menos a una de las dos.
CONTINUARÁ