Jess Builli dirigió sus pasos entre la lluvia hacia la ventana del antiguo despacho de la Dra. Apentcheniko. La ventana llevava ya meses rota, el despacho seguía abandonado. Con gran esfuerzo logró encaramarse a la ventana para entrar. Dentro la oscuridad era casi total, solo entraba una luz muy tenue a través de la ventana. Fuera seguía cayendo la lluvia.
Jess Builli encendió una pequeña linterna que siempre llevaba en su llavero. El despacho completamente desordenado y lleno de polvo. y olía como si hubiera permanecido años cerrado. En ese momento Jess reparó en algo: una gran mancha roja en el suelo. La iluminó con la linterna y descubrió que de la mancha salían unas huellas rojas que se dirigían hacia una puerta dentro del despacho. Era la puerta del aseo.
Builli se dirigió lentamente hacia el aseo. La puerta estaba cerrada, pero Jess tenía la sensación de que iba a encontrar algo horrible cuando la abriera. Asíq ue se quedó, allí parada, junto a la puerta, iluminándola con la linterna, sin saber que hacer. Sólo oía su respiración y el ruido de la lluvia.
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