- Espero que no estéis de cachondeo - dijo Clauti Alverus, rodeada de las mismísimas Leyres - estoy estudiando gine y es un poco la muerte a pellizcos. No está la cosa para zombies.
- Clauti - dijo Maccarena - sabes que aunque nos hayamos distanciado en otra época fuimos grandes amigas. Solo te pido que no salgas ahí fuera.
- Chicós, creo que estáis flipando - interrumpió Selene - esta facultad es un aburrimiento. Jamás ocurriría algo tan guay como que hubiera zombies.
De pronto algo golpeó la puerta con un gran estruendo. La madera se movió, pero la puerta no se abrió. Selenia soltó un grito. Silencio de nuevo en la biblioteca.
- Yo ahí no salgo... - dijo María Catus, con un hilillo de voz y su mítico acento portugués.
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Unas horas antes, en la sala de informática junto al seminario VII, Corinna Bacterium se encontraba consultando su email para confirmar su horario d etrabajo en la pizzería. De pronto comenzó a mearse como si no hubiera un mañana, así que decidió ir a los cuartos de baño de las taquillas. Una vez en el cuarto de baño le pareció oir un grito a lo lejos, pero no le dió importancia.
Allí sentada, en esa mítica taza, en la más completa soledad, Corinna podía al fin relajarse. Pero Corinna no estaba sola. Por el hueco de debajo de la puerta pudo ver unos pies, unos pies con chanclas. Se quedaron allí parados. Corinna no supo por qué, pero estaba segura de que algo no iba bien. Y allí estaban los pies, parados, sin moverse. Y Corinna decidió que tampoco se movería, y procuró no respirar, porque algo iba mal.
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Aprovechando un poco el desconcierto, las Leyres y Clauti se retiraron a un rincón de la biblioteca.
Leyre Callpus fue la primera en lanzar la pregunta
- ¿Creéis que esto tiene algo que ver con lo del otro día?
- Pues claro que tiene que ver - contestó Leyre Lorzella - creo que tiene que ver todo, pero no podemos deir nada.
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