Había pasado un año desde que por fin se resolvió el misterio sobre Tracy. Muchos de los implicados ya ni siquiera vivían en Tulancia, y habían llegado nuevos estudiantes. La facultad parecía estar ahora en una era de tranquilidad, sumida en la época de exámenes.
Jessica L. Buili estaba estudiando sin fin en la biblioteca, rodeada de miles de compañeros. Las dos portuguesas a las que Vitorino había traido desde el futuro ya eran unas más dentro del cuerpo estudiantil. Jamás pudieron regresar a su época por un fallo definitivo en la máquina del tiempo. Se habían instalado en la humilde morada de otra portuguesa del presente, María Catus, un pequeño ser ufano que las había acogido con amor.
Alexander Strattus, Selenia Gorker y Claudia Olippa fingían estudiar cuando realmente solo se mofaban, hablaban con todo ipo de voces y esperaban que llegara el último miembro de su equipo: Lucas Gandolfo. Luccia Dussas, en una mesa aledaña, comprobaba que su pelo estaba bien peluqueado.
En otro lugar de la biblioteca, como si estuvieran en un reservado, se encontraban las míticas divas de la biblio, las intocables: las dos Leyres y Clauti Arvelus.
Apenas quedaba sitio en esa biblioteca para una vieja gloria, la Dra. di Forbole, escondida en un rinconcito, entre todos sus apuntes y algunos botes de pollos en formol, pensando con añoranza en tiempos pasados en los que esa facultad estaaba llena de aventuras, desventuras e historias de amor desenfrenado en las que, todo sea dicho, ella solía ser la protagonista.
Pero de pronto, y mientras la doctora se encontraba embebida en estos pensamientos, un estruendo rompió el silencio de la biblioteca. Tres muchachos habían entrado como si les persiguiera el diablo, y rápidamente habían comenzado a poner sillas, mesas y todo tipo de objetos delante de la mesa de la biblioteca. Uno de ellos estaba herido. Eran Lucas Gandolfo, Gabriella Fiorinni y Maccarena Cerrone.
Todo el mundo se arremolinó a su alrededor.
- Chicós - dijo Lucas Gandolfo - me han mordido.
- ¿Pero quién? - preguntó Lilliana Federica
- Ellos - dijo Maccarena, asustada.
- ¿Quienes son ellos? -gritó histérica Ligia Úrsula del Churro Movil - ¡Dejaos de intrigas!
Gabriella les miró a todos y cada uno, cogió aliento, tragó saliva y dijo:
- Los zombies...
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