FLASHBACK 3:
Laura Elizabeth había conseguido dejar al fin al ciudad de Los Ángeles junto con Madi. Desde entonces había sido su modista, había realizado todos sus vestidos y había sido la creadora en la sombra de su particular estilo personal.
Sin embargo y a cambio de llevarla con ella sin hacer demasiadas preguntas, Madi le pagaba una miseria, lo suficiente para comer. Y Laura Elizabeth y su marido bastante veraz (lo llamaremos para abreviar MBV) necesitaban algo más para llegar a fin de mes.
Por eso Laura Elizabeth aceptó el trabajo de noche en la Penitenciaría de Tulancia de máxima seguridad como sastre para los reclusos.
Al principio el trabajo le daba miedo, pero luego le pareció bastante morboso y comenzó a tener todo tipo de fantasías sexuales y a descontrolarse. era todo culpa de la falta de sueño. Hasta que un día llegó un preso nuevo, uno que al parecer era expresamente peligroso, y a Laura Elizabeth le volvió el miedo al cuerpo (aunque el morbo no se le quitó, o aumentó)
Sin embargo, cuando lo vió aparecer se quedó bastante sorprendida: era muy bajito, y no daba la impresión de poder darle miedo a nadie (a no ser, claro está, que te den miedo los buhos, las patatas, o los relojes)
A laura se le pasó la emoción del momento, y empezó a tomar las medidas. Y según iba amaneciendo se iba quedando más y más paralizada por el terror, pues poco a poco, como las piezas de un puzle, esas medidas fueron encajando con las de otra persona a la que ya realizó un traje, el fantasma del que venía huyendo.
-Good morning, Laura- dijo Oscario Luis Alfredo.
Laura Elizabeth salió corriendo. Pero sabía que sería difícil escapar. Finalmente entró en el pequeño cuarto de la costura y se encerró allí. Mientras Oscario empujaba la puerta, Laura Elizabeth solo tuvo tiempo de escribir una carta con lo que había descubierto. Rebuscó entre sus cosas un sobre, y encontró uno al fondo de un cajón , de propaganda sobre un consultorio sexual, con franqueo pagado. Rápidamente metió la carta en el sobre, lo cerró, y lo echó en el buzón donde venía a recoger el correo el cartero. Fue en ese mismo instante en que Oscario logró echar abajo las puerta.
-¿Últimas palabras?- preguntó Oscario
-Que prometo escribir mogollón... -acertó a decir laura Elizabeth, con cierta ironía. Y Oscario se abalanzó sobre ella.
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