La Dra. Valentina Pechibraquets había cogido el primer avión con destino a Tulancia. Había hecho un descubrimiento importantísimo, y tenía que comentárselo a su colega y amiga, la Dra. di Forbole. Había tratado de contactar con ella por todos los medios, pero le había sido imposible, así que había decidido ir a decírselo en persona.
Hace meses la Dra. di forbole le había mandado una muestra de veneno obtenida por la Dra. Apentchenico del espolón de un misterioso especímen de pollo. En un descuido la Dra. Apentchenico se inoculó el veneno, e incluso algunos de los estudiantes de la facultad lo habían llegado a ingerir accidentalmente.
Los efectos habían sido devastadores: desde entonces la Dra. Apentchenico había permanecido ingresada en una institución psiquiátrica, teniendo todo tipo de alucinaciones y delirios. Al parecer la droga la hacía tener la extraña sensación de estar convirtiéndose en un pollo, veía incluso como le salían los espolones. Contaba historias de estudiantes que empequeñecían casi hasta desaparecer, de personas muertas que vivían en las alcantarillas...
Pechibraquets había estado estudiando la droga a fondo, su composición y su fórmula, y había descubierto el verdadero antídoto: una misteriosa fruta tropical llamada "carambola". Con ella la Dra. Apentchenico volvería a ser la que hasta entonces había sido.
La Dra. Pechibraquets se había hecho famosa en el mundo entero a base de su maravilloso invento, los "pechibraquets". Se trataba de un revolucionario sistema por el cual, mediante unos braquets dentales especialmente diseñados y unidos a un sujetador especial, se conseguía que el pecho se elevase y pareciese unas cuantas tallas más grandes, a la par que la dentadura poco a poco se iba modelando de manera perfecta.
Pero ahora que había triunfado con su invento, le apetecía volver a la vieja escuela y pasar un tiempo con su antigua compañera y amiga, la Dra. di Forbole.
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