El Dectective Villarino solo había encontrado el verdadero amor una vez en la vida. Y lo había perdido.
Fue una tarde lluviosa, cuando, empapado, entró en el restaurante Il Gratisso. La situación era deprimente. esa chica, Tracy, había aparecido muerta. Todo el mundo estaba seguro de que había sido un suicidio, pero el estaba convencido de que alguien la había asesinado. Y él era el único que podía aclarar la verdad.
Mientras pensaba en todo esto, una melodía le distrajo. Allí, sentada al piano de cola que Alberto Gino había comprado de saldo para el restaurante (de saldo, ya que le faltaba una de las patas) se encontraba una chica, la pianista, tocando sin parar para amenizar la velada a los escasos clientes. Fue en ese momento cuando Johnny Villarino sintió el flechazo. sus miradas se cruzaron y surgió el amor.
Johnny Villarino se acercó al piano, y preguntó su nombre a la chica.
-Me llamó Maguí du Lagärdê- dijo- mis padres son franceses, pero nos mudamos a Estados Unidos. Vengo de una familia muy musical. Mi madre da clases de piano y mi padre dirige... dirige el tráfico en una calle de Baltimore. Ahora no puedo hablar, pero ven por aquí mañana a la misma hora. Me toca cerrar y podremos hablar tranquilamente.
El dectective pasó todo ese tiempo de esperacomo un colegial, y cuando llegó el gran día, mientras se vestía con sus mejores galas (pantalones negros y camisa blanca) preparándose para la cita, sonó su teléfono.
-Johnny, soy yo, Maguí- estoy en Il Gratisso, y creo que vienen a por mi!
-¿Quiénes? ¿Quién va a por ti?
-¡Los que mataron a Tracy! Creo que se quien lo hizo, ¡ellos lo saben y quieren acabar conmigo!
-Ahora mismo voy para allá.
Cuando llego a Il Gratisso todo estaba lleno de coches de policía, con us luces rojas y azules iluminándolo todo. Sin duda, lo peor había ocurrido.
Entró, abriéndose paso entre los oficiales, Al fondo del restaurante, sobre las teclas del piano, yacía el cuerpo sin vida de la pianista. Cuando lo levantó para darle el último abrazo, vió escritos, sobre las teclas del piano, 6 números escritos de manera obsesiva. Sin duda, era la marca de la mente perturbada del asesino.
Johnny prometió vengarse. Y sabía como hacerlo. Conocía perfectamente las mentes de los crminales. Sabía que eran sus propias trampas las que les hacían caer. También sabía que si habían acabado con Maguí, más trade o más temprano tratarían de acabar con él.
Así que fue hacia su caja fuerte, donde guardaba toda su información confidencial, y cambió su clave habitual por los números que había encontrado en las teclas del piano. Ahora solo tenía que ser paciente y esperar. Esperar a que el asesino de su amada llegase. Sin duda no podría evitar probar esos números: 4 8 15 16 23 42
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