miércoles, 18 de marzo de 2009

Tercera temporada, capítulo 19: Vipi, Cristiana, Verona

Cuando Vitorino se marchó de permiso del restaurante Il Gratisso ese viernes, se despidió de su amiga y compañera Carmellina con un pico y dirigió los pasos hasta la Estación Oeste de Autobuses de Tulancia, uno de esos clásicos lugares decadentes en mitad de un paraje desértico. Se sentó encima de su ukelele a esperar al autobús que le llevara directo a Verona.

Él también guardaba un secreto, un secreto interno en lo más profundo de su ser, algo que solo él sabía, como persona y como ser humano, algo que solo podía definirse en 25 palabras: era el hermano secreto de la difunta Cristiana Rolanda Arrabiata dilla Campanella de la que fue separado al nacer para evitar típicas brechas espacio tiempo. Su hermana había pedido expresamente ser enterrada en su ciudad natal, Verona.

Vitorino se montó en ese autocar del demonio, un autocar que chirriaba por todas partes, lleno de viajeros sin destino a los que la fortuna había olvidado. Pero él tenía una clara misión. Durante su periplo por la Toscana hizo varias paradas, una de ellas en un pequeño pero pintoresco pueblo llamado Gaernitia donde el autocar pinchó una rueda y donde Vitorino tuvo la oportunidad de comprar un curiosos souvenir consistente en la reproducción de un valioso diamante perdido durante un tremendo incendio que se produjo en ese pueblo hace años.

De nuevo en el autocar, se puso unas gafas de sol y fijó su vista en el horizonte. Tenía claro lo que había que hacer, y lo haría contra viento y marea: recuperar el cuerpo de su hermana para reunirlo con todos los demás en "la isla". Solo de esa manera cumpliría su misión.

En realidad Vitorino no era el camarero que fingía ser: era un experto en física cuántica y el verdadero y único inventor del condensador de fluzo que fue robado del tanque por Oscario. Solo él era consciente de la paradoja espacio-temporal que se había producido cuando Elisa Antonia, en un momento de despiste de Oscario Luis Alfredo decidió cumplir su sueño de juventud: viajar atrás en el tiempo para montar en el Titanic y conocer a su amor verdadero.

Solo él sabía que en ese viaje en el tiempo Elisa Antonia consiguió montar al fin en el Titanic tras ganar uno de los clásicos concursos de "A ver quien bebe más sangría", y que una vez en cubierta tuvo que acercarse a la barandilla a echar una de sus famosas rabas, y que justo en ese momento tuvo uno de sus clásicos desmayos, y que gracias al cielo andaba por allí en ese preciso instante un muchacho que le resultó familiar porque no era otro que el tataratataratatarabuelo de Rodolfo Maher, que era el encargado de las calderas del Titanic, y como le distrajo con un tórrido romance, jamás llevó a cabo la orden de poner el Titanic a toda máquina, y como jamás puso el Titanic a toda máquina, el Titanic jamás se chocó contra el iceberg, y llegó a América, y siguió haciendo miles de viajes de ida y vuelta sin chocarse con nada, y nunca hicieron la película, y nunca la guarra de la vieja tiró al mar el diamante que todo el mundo andaba buscando, y nunca Kate Winslet tuvo su primer papel estelar y su carrera como actriz nunca despegó, y nunca ganó ningún globo de oro ni ningún Oscar porque se dedicó al teatro, y el único que la contrató fue Alberto Gino para hacer un misterioso musical llamado "el quirófano", y aunque no ganó ningún premio, se convirtió en la musa del teatro alternativo, hizo una fortuna, y con la fortuna compró el diamante que la vieja zorra jamás tiró al mar, y regaló ese diamante a Alberto Gino como agradecimiento por haber relanzado su carrera, y Alberto Gino perdió el diamante mientras bailaba una rumba, y el diamante cayó en un vaso de sandy de su cafetería que compró Cristiana Rolanda, y Cristiana Rolanda se quedó con el diamante con el que pidió ser enterrada por los siglos de los siglos.

Todo esto era lo que tenía Vitorino en la cabeza, y como era un lio que te cagas y le estaba poniendo la cabeza modorra, decidió hacer un alto en el camino y allí, en mitad del desierto y con sus pequeños altavoces, se puso a bailar el "single ladies" con el mejor de sus estilos. Miró al cielo, orgulloso, y dijo en voz alta: "me gusta el azul".

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