31 de Octubre de 2008
Carmellina Isplota Misplo y Vitorino della Constanza estaban tranquilamente recogiendo en Il Gratisso. Ya habían cerrado, tas el especial de Halloween de "El Quirófano" que interpretó en directo Alberto Gino.
Salieron, echaron el cierre, y juntos fueron cruzando el parque que separaba Il Gratisso de la facultad, donde residían en el colegio mayor. Vitorino apremió a Carmellina:
-Vamos, zorraputa, que no se nos haga de noche en este parque maldito.
-¿De qué vas Vitorino? ¿Cuántas veces hemos cruzado este parque de noche y nada nos ha pasado?
-Muchas, miles quizá, pero hoy es la Noche de Todos los Santos y...
-¿Y? Si, iremos a casa de Maddison Brenda Brandon Kelly Dona Stacey Square Garden y nos pondremos pedal.
-Bueno, si, aparte. Pero cuenta la leyenda que esta noche, en el monte que hay en este parque, se despiertan miles de ánimas de todo tipo. Hace cientos de años se libró aquí una batalla que...
-¡Eh! ¡Eh! ¿Qué invento es esto? Me niego a aprender historia. ¡Me niego! Vitoorino, claramente te afecta la falta de alcohol. Estoy de acuerdo: vamos rápido y así llegaremos cuanto antes a la fiesta.
-¡All the single ladies!- dijo Vitorino, y se puso a bailar olvidando todo lo sucedido.
Una vez en la fiesta todo transcurrió con normalidad: Vippaseos, picos, juegos del hielo, lugares lejanos, aventuras, hechizos mágicos, un príncipe disfrazado... Carmellina y Vitorino no paraban de bailar Single Ladies, sonará o no. De pronto Carmellina puso cara de susto.
-¿Que ocurre?- preguntó Vitorino
-Vitorino, me vas a matar, pero creo que he perdido a mono.
NOTA: mono era el peluche preferido de Vitorino. Lo trataba como a un ser humano (otra vez)
-¡Noooooo!- gritó Vitorino- ¿Y donde lo has perdido?
-Pues en el parque... ¡de al ladod e la facultad!
Vitorino se puso serio, fue un momento al water, hizo caca, y al volver dijo:
-Tranquila, lo encontraré- y se marchó cabizbajo.
A las 5:00 de la mañana Carmellina huyó para su cuarto en la residencia, el que compartía con Vitorino. Seguramente lo encontraría allí, tumbado en la cama, abrazado a mono. Pero cuando llegó nadie había, así que se durmió.
Al rato despertó. Pero aún no estaba Vitorino. Una ráfaga de viento gélido atravesó la habitación. Carmellina podía oir perfectamente los crujidos del suelo. Y si: se hacía caquitas.
-Tanquila, Carmellina, nada pasa, es todo sugestión.
La ventana temblaba con el aire. Podía oir hasta el sonido del reloj de pared. Y agudizó su oido hasta que creyó oir las suaves pisadas de unos pies descalzos al otro lado de la puerta.
-¿quién anda ahí? ¿Vitorino, eres tú?
Pero nadie respondió.
Entonces, cuando ya no sabía si se estaba volviendo loca, sintió como si la puerta empezara a abrirse, muy lentamente. Y los pasos se volvieron más claros. O eso creía. Y se acercaban lentamente a la cama. Envuelta entre sábana y mantas, notó como su corazón latía y latía, hasta que de puro miedo se desmayó.
Cuando despertó ya era muy de mañana. Salió de entre sábanas y mantas, abrió la ventana, y respiró el aire y oyó los sonidos de la calle. La noche había pasado.
Pero cuando se dió la vuelta, quedó congelada: encima de la mesa camilla estaba, nada más y nada menos que mono.
Cuando sus compañeros acudieron a avisarla de que Vitorino había sido hayado muerto, en el parque, despeñado probablemente mientras bailoteaba en la oscuridad, la encontraron agarrada a una botella, la mirada perdida, los labios secos, la cara pálida, muerta, muerta de horror.
Un miembro del grupo de teatro de la facultad que se perdió por el parque una Noche de Todos los Santos, contó, agonizante, cuando le encontraron, que vió el fantasma de una chica atormentada, gritando el nombre de Vitorino, mientras era perseguida por los espectros de tres muchachas solteras vestidas con un bañador negro.
Carmellina Isplota Misplo y Vitorino della Constanza estaban tranquilamente recogiendo en Il Gratisso. Ya habían cerrado, tas el especial de Halloween de "El Quirófano" que interpretó en directo Alberto Gino.
Salieron, echaron el cierre, y juntos fueron cruzando el parque que separaba Il Gratisso de la facultad, donde residían en el colegio mayor. Vitorino apremió a Carmellina:
-Vamos, zorraputa, que no se nos haga de noche en este parque maldito.
-¿De qué vas Vitorino? ¿Cuántas veces hemos cruzado este parque de noche y nada nos ha pasado?
-Muchas, miles quizá, pero hoy es la Noche de Todos los Santos y...
-¿Y? Si, iremos a casa de Maddison Brenda Brandon Kelly Dona Stacey Square Garden y nos pondremos pedal.
-Bueno, si, aparte. Pero cuenta la leyenda que esta noche, en el monte que hay en este parque, se despiertan miles de ánimas de todo tipo. Hace cientos de años se libró aquí una batalla que...
-¡Eh! ¡Eh! ¿Qué invento es esto? Me niego a aprender historia. ¡Me niego! Vitoorino, claramente te afecta la falta de alcohol. Estoy de acuerdo: vamos rápido y así llegaremos cuanto antes a la fiesta.
-¡All the single ladies!- dijo Vitorino, y se puso a bailar olvidando todo lo sucedido.
Una vez en la fiesta todo transcurrió con normalidad: Vippaseos, picos, juegos del hielo, lugares lejanos, aventuras, hechizos mágicos, un príncipe disfrazado... Carmellina y Vitorino no paraban de bailar Single Ladies, sonará o no. De pronto Carmellina puso cara de susto.
-¿Que ocurre?- preguntó Vitorino
-Vitorino, me vas a matar, pero creo que he perdido a mono.
NOTA: mono era el peluche preferido de Vitorino. Lo trataba como a un ser humano (otra vez)
-¡Noooooo!- gritó Vitorino- ¿Y donde lo has perdido?
-Pues en el parque... ¡de al ladod e la facultad!
Vitorino se puso serio, fue un momento al water, hizo caca, y al volver dijo:
-Tranquila, lo encontraré- y se marchó cabizbajo.
A las 5:00 de la mañana Carmellina huyó para su cuarto en la residencia, el que compartía con Vitorino. Seguramente lo encontraría allí, tumbado en la cama, abrazado a mono. Pero cuando llegó nadie había, así que se durmió.
Al rato despertó. Pero aún no estaba Vitorino. Una ráfaga de viento gélido atravesó la habitación. Carmellina podía oir perfectamente los crujidos del suelo. Y si: se hacía caquitas.
-Tanquila, Carmellina, nada pasa, es todo sugestión.
La ventana temblaba con el aire. Podía oir hasta el sonido del reloj de pared. Y agudizó su oido hasta que creyó oir las suaves pisadas de unos pies descalzos al otro lado de la puerta.
-¿quién anda ahí? ¿Vitorino, eres tú?
Pero nadie respondió.
Entonces, cuando ya no sabía si se estaba volviendo loca, sintió como si la puerta empezara a abrirse, muy lentamente. Y los pasos se volvieron más claros. O eso creía. Y se acercaban lentamente a la cama. Envuelta entre sábana y mantas, notó como su corazón latía y latía, hasta que de puro miedo se desmayó.
Cuando despertó ya era muy de mañana. Salió de entre sábanas y mantas, abrió la ventana, y respiró el aire y oyó los sonidos de la calle. La noche había pasado.
Pero cuando se dió la vuelta, quedó congelada: encima de la mesa camilla estaba, nada más y nada menos que mono.
Cuando sus compañeros acudieron a avisarla de que Vitorino había sido hayado muerto, en el parque, despeñado probablemente mientras bailoteaba en la oscuridad, la encontraron agarrada a una botella, la mirada perdida, los labios secos, la cara pálida, muerta, muerta de horror.
Un miembro del grupo de teatro de la facultad que se perdió por el parque una Noche de Todos los Santos, contó, agonizante, cuando le encontraron, que vió el fantasma de una chica atormentada, gritando el nombre de Vitorino, mientras era perseguida por los espectros de tres muchachas solteras vestidas con un bañador negro.
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