Ya habían pasado 3 meses desde el fatídico día de la fiesta en el antiguo Porta di Fierro y Elisa Antonia no podía olvidar el miedo atroz que se le había metido hasta lo más hondo de su alma al ver el cuerpo de la pobre Tracy sobre un charco de sangre. Desde entonces, Rodolfo Maher y Maddalena Eufrasia no habían cejado en su empeño de descubrir quienes eran los causantes de todo ese jaleo. Hasta ahora, el miedo había impedido que ella tomara parte de sus pesquisas, pero había una cosa más importante que todo eso que le hacía necesario volver al hospital abandonado antes de su demolición. Durante la huida había dejado caer el colgante con la foto de su difunta madre Carmen Dorotea, donde se encontraba las coordenadas donde esta se encontraba realmente fugada de la justicia. Porque Elisa Antonia era la única persona que sabía lo que realmente había sucedido en Gaernitia el año anterior al leer el microfilm que le envió su madre dentro del colgante. Hoy, volvería sola al hospital con la excusa de encontrar nuevas pruebas, pero con la oculta esperanza de recuperar el colgante.
Al llegar al hospital, descubrió para su asombro que las primeras labores de limpieza habían comenzado tras el paso de la policía por el lugar. De repente un ruido la saco de su ensimismamiento; por la ventana más cercana pudo ver como un palo de gotero caía estrepitosamente, se puso en guardia escondiéndose detrás de su bicicleta y entonces vio como surgía de la ventana un gato atigrado con un collar en el cuello que se acercó para lamerle las manos. En el momento en el que miraba la placa del collar (en la que ponía "Beni"), una presencia le hizo darse la vuelta para descubrir unos pantalones vaqueros con una hebilla de los "Ángeles del Infierno", tras lo que se quedó muerta*.
CONTINUARÁ...
*Realmente no estaba muerta, sino desmayada, pero la expresión es mucho más bonita.
No hay comentarios:
Publicar un comentario