La Facultad de Veterinaria de Tulancia se vestía de gala todos los años con motivo de la representación del grupo de teatro de los estudiantes (en el cual no participaba ninguno de los protagonistas de Brivido) Ese año interpretaban una curiosa adaptación de Sonrisas y Lágrimas en la que María era un androide que venía del futuro con una nueva lejía que blanqueaba mucho más sin desgastar los tejidos. Los primeros acordes de la orquesta (todos ellos alumnos de intercambio de la beca que la facultad de Tulancia financiaba a los estudiantes del curioso pais de Mohd Ashri) comenzaban a oirse y a inundar los intrincados pasillos de la facultad.
Cristiana Rolanda, abatida, ya no era ni un ápice de lo que había sido, y mientras todos los demás se encontraban en el aula magna, ella estaba sentada en el cesped del jardín, absorta en sus pensamientos, y llorando. En esos momentos ya solo le quedaba el recuerdo de su amado Jackipietto Juludrini. De pronto miró hacia el cielo, buscando quizá una nube en forma de corazón roto, pero en su defecto encontró a Manuelo Parisio, un rico heredero que había optado por la Universidad de Tulancia, y no por una de paga, porque según un estudio que el mismo realizó, las tias estaban más buenas en las públicas.
-¿Que te ocurre?-dijo Manuelo- ¿estás triste?
-Ni una cosa ni otra (?)-dijo Cristiana- solo puedo pensar en mi amado Jackipietto.
-Cristiana Rolanda- dijo- siempre te he amado. Cásate conmigo y recuperarás todo ese poder del que estabas borracha. Poseo la casa más grande que pueda concebir tu mente; en ella podrás destruir todo lo que se te ocurra sin reparo; podrás vestirte de abuela todo el tiempo que quieras; y sí, podrás disfrutar de los cocktails del mayor experto en combinados del mundo: el chino Feng Sui.
El cuerpo de Cristiana Rolanda estaba allí, pero su mente estaba en una Julada eterna, así que no contestó.
En ese momento una estudiante rezagada, Angélica Federica, que pasaba por allí correteando hacia el aula magna, dijo como un Resorte:
-Llegarás a lo más alto, tiene múltiples encantos, todos ellos serán tuyos junto a él.
Cristiana Rolanda volvió al mundo de los vivos. Quizá era el momento de aceptar la realidad, olvidar a su amado Jackipietto y emborracharse al fin de poder y de esos famosos cocktails, porque no. EStaba harta de ser el hazmerreir de la facultad desde el maldito baile de la Reina Mosca Drosophila. Estaba harta de tener sueños macabros con su amado. Estaba harta de recordarle cada vez que oía cualquier tipo de balada. Harta de recordarle en cada pastelería. Harta de recordarle cada vez que veía Buscando a Nemo.
Así que se levantó, superdigna, y le dijo a Manuelo Parisio:
-Trataré de amarte, asúmelo-hizo una pausa y dijo- pero me gustaría esperar a que acabara la función, quiero verles a todos por última vez.
Durante 3 horas estuvieron sentados en el cesped callados, esperando, escuchando de fondo las canciones. Pero en esa extraña versión maldita de Sonrisas y Lágrimas, y por alguna extraña razón desconocida, la última canción era, ni más ni menos que una versión heavy de "Cuando Solo Estás". Cristiana Rolanda no pudo reprimir sus lágrimas.
De pronto empezó a salir la gente de ese salón de actos, y entre ellos, Elisa Antonia vestida de blanco. Parada junto a las escaleras del jardín que iban hacia los seminarios, Cristiana Rolanda no pudo reprimir su ira hacia la que creía la culpable de la desaparición de su amdo, y salió corriendo hacia ella con la única intención de empujarla escaleras abajo.
En su carrera parecía cegada por el odio, y no veía otra cosa que a Elisa Antonia. Sin embargo justo en el último momento, en el último instante, oyó, como si de un sueño se tratara, la voz de Jackipietto Juludrini pidiéndola que parara, que no hiciera lo que estaba a punto de hacer. Incrédula, mientras corría, se dió la vuelta, y allí lo vio. Era real, estaba allí, no estaba muerto (aunque por alguna extraña razón que jamás conoceremos, iba vestido de pastorcillo)
Pero ya era demasiado tarde, Cristiana Rolanda iba tan deprisa que no pudo frenar, y al darse la vuelta en el último momento resbaló y fue ella la que finalmente cayó escaleras abajo.
Todo el mundo quedó conmocionado, y bajaron corriendo a tratar de ayudar a Cristiana Rolanda, que yacía al pie de las escaleras. Los primeros en llegar fueron Jackipieto y Elisa Antonia. Las últimas palabras de Cristiana Rolanda, su último aliento, fueron para ella:
-Lo siento, Elisa Antonia, durante todo este tiempo te he juzgado mal, éramos amigas, debí haber creido tu palabra.
Y acto seguido murió. Se dió en ese momentoun fenómeno meteorológico que aún se está investigando: llovieron pompas.
Jackipieto no podía parar de llorar y Elisa Antonia estaba desconsolada. La que fue su mejor amiga en otro tiempo había muerto, pero al menos se habían reconciliado. Elisa Antonia miraba a Jackipietto entre sorprendida y misteriosa. ¿Qué secreto escondía ese muchacho? ¿Dónde había estado todo este tiempo? ¿Porqué había reaparecido justo en ese momento?
Ahora ya era demasiado tarde: Cristiana Rolanda dormía en un sueño sin fin.
Cristiana Rolanda, abatida, ya no era ni un ápice de lo que había sido, y mientras todos los demás se encontraban en el aula magna, ella estaba sentada en el cesped del jardín, absorta en sus pensamientos, y llorando. En esos momentos ya solo le quedaba el recuerdo de su amado Jackipietto Juludrini. De pronto miró hacia el cielo, buscando quizá una nube en forma de corazón roto, pero en su defecto encontró a Manuelo Parisio, un rico heredero que había optado por la Universidad de Tulancia, y no por una de paga, porque según un estudio que el mismo realizó, las tias estaban más buenas en las públicas.
-¿Que te ocurre?-dijo Manuelo- ¿estás triste?
-Ni una cosa ni otra (?)-dijo Cristiana- solo puedo pensar en mi amado Jackipietto.
-Cristiana Rolanda- dijo- siempre te he amado. Cásate conmigo y recuperarás todo ese poder del que estabas borracha. Poseo la casa más grande que pueda concebir tu mente; en ella podrás destruir todo lo que se te ocurra sin reparo; podrás vestirte de abuela todo el tiempo que quieras; y sí, podrás disfrutar de los cocktails del mayor experto en combinados del mundo: el chino Feng Sui.
El cuerpo de Cristiana Rolanda estaba allí, pero su mente estaba en una Julada eterna, así que no contestó.
En ese momento una estudiante rezagada, Angélica Federica, que pasaba por allí correteando hacia el aula magna, dijo como un Resorte:
-Llegarás a lo más alto, tiene múltiples encantos, todos ellos serán tuyos junto a él.
Cristiana Rolanda volvió al mundo de los vivos. Quizá era el momento de aceptar la realidad, olvidar a su amado Jackipietto y emborracharse al fin de poder y de esos famosos cocktails, porque no. EStaba harta de ser el hazmerreir de la facultad desde el maldito baile de la Reina Mosca Drosophila. Estaba harta de tener sueños macabros con su amado. Estaba harta de recordarle cada vez que oía cualquier tipo de balada. Harta de recordarle en cada pastelería. Harta de recordarle cada vez que veía Buscando a Nemo.
Así que se levantó, superdigna, y le dijo a Manuelo Parisio:
-Trataré de amarte, asúmelo-hizo una pausa y dijo- pero me gustaría esperar a que acabara la función, quiero verles a todos por última vez.
Durante 3 horas estuvieron sentados en el cesped callados, esperando, escuchando de fondo las canciones. Pero en esa extraña versión maldita de Sonrisas y Lágrimas, y por alguna extraña razón desconocida, la última canción era, ni más ni menos que una versión heavy de "Cuando Solo Estás". Cristiana Rolanda no pudo reprimir sus lágrimas.
De pronto empezó a salir la gente de ese salón de actos, y entre ellos, Elisa Antonia vestida de blanco. Parada junto a las escaleras del jardín que iban hacia los seminarios, Cristiana Rolanda no pudo reprimir su ira hacia la que creía la culpable de la desaparición de su amdo, y salió corriendo hacia ella con la única intención de empujarla escaleras abajo.
En su carrera parecía cegada por el odio, y no veía otra cosa que a Elisa Antonia. Sin embargo justo en el último momento, en el último instante, oyó, como si de un sueño se tratara, la voz de Jackipietto Juludrini pidiéndola que parara, que no hiciera lo que estaba a punto de hacer. Incrédula, mientras corría, se dió la vuelta, y allí lo vio. Era real, estaba allí, no estaba muerto (aunque por alguna extraña razón que jamás conoceremos, iba vestido de pastorcillo)
Pero ya era demasiado tarde, Cristiana Rolanda iba tan deprisa que no pudo frenar, y al darse la vuelta en el último momento resbaló y fue ella la que finalmente cayó escaleras abajo.
Todo el mundo quedó conmocionado, y bajaron corriendo a tratar de ayudar a Cristiana Rolanda, que yacía al pie de las escaleras. Los primeros en llegar fueron Jackipieto y Elisa Antonia. Las últimas palabras de Cristiana Rolanda, su último aliento, fueron para ella:
-Lo siento, Elisa Antonia, durante todo este tiempo te he juzgado mal, éramos amigas, debí haber creido tu palabra.
Y acto seguido murió. Se dió en ese momentoun fenómeno meteorológico que aún se está investigando: llovieron pompas.
Jackipieto no podía parar de llorar y Elisa Antonia estaba desconsolada. La que fue su mejor amiga en otro tiempo había muerto, pero al menos se habían reconciliado. Elisa Antonia miraba a Jackipietto entre sorprendida y misteriosa. ¿Qué secreto escondía ese muchacho? ¿Dónde había estado todo este tiempo? ¿Porqué había reaparecido justo en ese momento?
Ahora ya era demasiado tarde: Cristiana Rolanda dormía en un sueño sin fin.
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