jueves, 23 de abril de 2009

Capítulo 24, tercera temporada: fluzeando.

Oscario Luis Alfredo estaba rojo de ira, y continuaba empuñando el arma, apuntando alternativamente hacia cada uno de los estudiantes que tenía enfrente. Vitorino della Constanza sostenía el condensador de fluzo entre sus manos. Sabía que cualquier golpe podía desestabilizarlo y crearía la clásica paradoja espacio-tiempo. La Dra. di Forbole ponía cara de asustada, pero en su interior estaba flipando y pensaba "¡se ha liado parda!". Jackipietto Juludrini tenía la sangre totalmente azucarada y solo pensaba que si moría se reuniría al fin con su amada Cristiana Rolanda. Rodolfo Maher abrazaba a Elisa Antonia para evitar que se desmayara en un momento tan crucial. El res to estaban totalmente paralizados por el terror. Todas las tretas de Oscario le habían salido mal, su plan de destrucción se había ido al garete:

-¡Paciencia impuesta contra violenta ira!- dijo finalmente apuntando a Elisa Antonia- ¡Tú! ¡Todo ha sido culpa tuya! Con tus desmayos constantes, tus emborrachamientos, tus descubrimientos de todo el percal por casualidad. Por tu culpa han salido mal todos mis planes. Así que optaré por lo más sencillo- y apretó el gatillo.

Mientras la bala avanzaba, en esa décima de segundo, todo se enlenteció al más puro estilo Matrix. La Dra. di Forbole aprovechó para meter mano a Alberto Gino; Rodolfo Maher aprovecho para dar al fin el esperado beso en los labios a su amada en secreto Elisa Antonia; Magdalena Eufrasia macommeó un rato; y en ese preciso instante, en ese misterioso momento, Rodrigo Manuel Afredo decidió llevar a cabo un acto de amor eterno, y se lanzó entre el trayecto de la bala y Elisa Antonia, parando con su pecho todo el impacto mortal.

Tirado en el suelo, estaba agonizante. El mometo congelado se acabó y Elisa Antonia se desprendió de los labios de Rodolfo MAher para acudir al auxilio de su salvador.

-Elisa Antonia- dijo con un hilo de voz Rodrigo Manuel- en realidad siempre te he amado.

-¡Rodrigo- contestó ella- porque no me habré fijado en ti antes! Creo que había perdido un tornillo, pero ahora me doy cuenta que este amor es real. ¡Porque el destino es tan cruel?

Y Rodrigo dió un último escalofrio y murió.

Mientras todo esto ocurría una misteriosa luz blanca comenzó a envolverlo todo. Y es que durante esa décima de segundo en que la bala recorrió el espacio entre la pistola y el cuerpo de Rodrigo Manuel, Vitorino, embriagado por le momento, se había visto obligado a bailar el Single Ladies, y tal fue su estado de trance que descuidó el condensador de fluzo, que resbaló de sus manos y se estrelló contra el suelo, comenzando a desintegrarse mientras destilaba una cada vez más potente luz.

-¡Huid, huid mientras podais!- dijo Vitorino, y todos comenzaron a huir en todas direcciones- yo me ocupo de esto- y se lanzó encima del condensador al grito de : ¡¡¡¡¡¡A por éeeellllll!!!!!!

Jackipieto sin embargo permaneció inmovil, pensando en su amda, y de pronto empezó a oir como un susurro en sus oidos: "Da palmas, Jacki, da palmas"

Y Jackipietto se puso a dar palmas tan fuerte como pudo. Cuando la luz era tan cegadora que apenas le dejaba ver, y pensaba que ya iba a morir, comenzó a ver una silueta envuelta en un vestido de seda tan blanco como la nieve, que avnazaba lenta hacia él. Era Cristiana Rolanda.

-¡Cristiana!- dijo Jackipietto- ¿eres tu? ¿acaso he muerto y estoy en el cielo?

-No, amado mio- contestó Cristiana- la espiral espacio temporal creada por el condensador me ha debido trae aquí desde el último momento, desde el día de la función.

Y se fundieron en un abrazo y un beso tan, tan, tan acaramelados, que todos los diabéticos de Tulancia sufrieron en ese preciso instante una ceguera y una insuficiencia renal, e incluso algunos de ellos una cetoacidosis.

Cuando el destello acabó, no quedó ni rastro del condensador ni de Vitorino. Se habían desintegrado. El muchacho había dado la vida por todos. Era un héroe.

Sin embargo, Elisa Antonia tenía otro héroe en su cabeza: Rodrigo Manuel. Por eso cuando Rodolfo Maher se acercó a ella para al fin pedirala que se casara con él le dijo:

-Lo siento, mi corazón ya no está contigo.

Y en ese momento de tantísima emoción contenida, se desmayó por última vez, golpeando fuertemente su cabeza contra un foco que nadie sabía que hacía allí. El Dr. Cristian Dominguez de la Huerta dictaminó, en ese preciso instante, la muerte de Elisa Antonia, y determinó que ni una operación, ni un hechizo budú, ni un condensador de fluzo, ni que en una dimensión paralela una chica se pusiera muy pesada con el tema, Elisa Antonia NO volvería JAMÁS a la vida.

La Dra. di Fórbole, mientras tanto, había aprovechado la coyuntura para ir al baño. Cuando salió del excusado, una mano negra se cernió sobre ella, poniendo un paño de formol en su nariz que la hizo dormir profundamente. Esa misma mano negra cogió su cuerpo en brazos y lo metió en una furgoneta, también negra, que salió de la facultad de veterinaria sin que nadie se diera cuenta de que la Dra. di Forbole había desaparecido.

Cuando todo se asentó, cuando todo se tranquilizó, el Detective Villarino procedió a esposar a Oscario Luis Alfredo. Mientras iban en el coche patrulla, el detective comentó:

-Es por estos momentos por los que perdemos tanto tiempo y luego los ensayos no nos cunden.

Oscario Luis Alfredo no entendió lo que había querido decir, pero tampoco estaba atento. Ya había comenzado a fraguar un maquiavélico plan de escape en su cabeza.

Epilogo 1:

Justo el día después de que los hechos antes relatados ocurrieran, una misteriosa carta fue introducida en el buzón de la oficina de correos de Tulancia. la carta pasó por muchas manos, amarilleó con el sol, voló en muchos aviones y subió en muchos barcos, incluso en una canoa, hasta que 6 meses después llegó a la aldea perdida de los indios Tecapo del amazonas.

La carta iba dirigida a una voluntaria encargada de vacunar a dichos indios, que había habitado en el Amazonas durante la mayor parte de su juventud, y recorriendo el mundo el resto de su vida. La muchacha abrió la carta, y de su interior cayó un misterioso trozo de metal. Era un colgante, y del colgante un holograma (ya desgastado y con interferencias) de su madre Carmen Dorotea apareció ante sus propios ojos.

-Hola, Elisa Antonia- le dijo.

Y la muchacha se desmayó de la impresión.

Epílogo 2: 26 años después.

Dos muchachas estudiantes de intercambio de la Nueva Facultad de Veterinaria de la Universidad de Tulancia, Ligia Churrinautic y Liliana Maspirfummi, andaban realizando su trabajo de espeleología por las ruinas de la antigua Facultad de Tulancia. Desde que en el año 2023 el grupo de teatro de dicha facultad consiguiera recaudar con su representación de Titanic 20.000.000 de euros, la facultad se había trasladado a 4 majestuosas torres de rascacielos en los aledaños. La antigua facultad se fue abandonando progresivamente.

Las 2 muchachas caminaban confiadas cuando Ligia pisó unas tablas que cedieron bajo sus pies y cayó en un inmenso agujero.

-¿Estas bien?- preguntó Liliana.

-¡Demasiado!- contesó Ligia, levantando entre sus manos un precioso colgante con un diamante gigante azul en forma de corazón.

Liliana bajó corriendo al agujero, y juntas comenzaron a abrir multitud de cajas llenas de piedras preciosas, mientras gritaban: ¡más brillantes, más brillantes!

De pronto miraron hacia arriba, y descubrieron una sombra humana que las observaba con una sonrisa amistosa y sincera. Solo llegaron a distinguir que vestía unos pantalones de Bob Esponja (como los que se estilaban en esa época).

-¿Os gusta el azul?-preguntó el muchacho.

Y los 3 se echaron a reir, mientras bailaban el single ladies.

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