viernes, 12 de agosto de 2011

Huellas

Jess Builli dirigió sus pasos entre la lluvia hacia la ventana del antiguo despacho de la Dra. Apentcheniko. La ventana llevava ya meses rota, el despacho seguía abandonado. Con gran esfuerzo logró encaramarse a la ventana para entrar. Dentro la oscuridad era casi total, solo entraba una luz muy tenue a través de la ventana. Fuera seguía cayendo la lluvia.

Jess Builli encendió una pequeña linterna que siempre llevaba en su llavero. El despacho completamente desordenado y lleno de polvo. y olía como si hubiera permanecido años cerrado. En ese momento Jess reparó en algo: una gran mancha roja en el suelo. La iluminó con la linterna y descubrió que de la mancha salían unas huellas rojas que se dirigían hacia una puerta dentro del despacho. Era la puerta del aseo.

Builli se dirigió lentamente hacia el aseo. La puerta estaba cerrada, pero Jess tenía la sensación de que iba a encontrar algo horrible cuando la abriera. Asíq ue se quedó, allí parada, junto a la puerta, iluminándola con la linterna, sin saber que hacer. Sólo oía su respiración y el ruido de la lluvia.


martes, 19 de julio de 2011

Lo que hizo el último verano.

Misteriosamente nadie se había dado cuenta de que faltaba alguien en la biblioteca. Todo estaba demasiado tranquilo. Y es que, efectivamente, Jessica L. Builli ya no estaba allí.

En medio de todo el revuelo, Jessica se habí ido escabullendo, como llevaba haciendo todos esos años en la Universidad de Tulancia. Era por ello, tal vez, que no había aparecido como protagonista en ninguno de los escándalos. Pero hoy iba a ser distinto.

Jessica, desde hacía ya tiempo, había descubierto una trampilla al fondo de la biblioteca, un pequeño agujero que parecía una antigua gatera. Jessica era lo suficientemente delgada para deslizarse por él y salir. De hecho durante todos esos años había fingido ir a buscar libros a las estanterías del fondo de la biblioteca y se había marchado, mientras sus compañeros seguían estudiando y pensaban "¡qué aplicada es esta Jessica, la de libros que consulta".

Esta vez era diferente. Jessica se deslizó hacia la calle, donde la lluvia caía de manera torrencial, hasta el punto que no veía más allá de sus narices. No sabía lo que estaba ocurriendo, pero tenía una terrible sospecha. Y creía que podía tener que ver con el tiempo en que estuvo de estancias prácticas el último verano.

miércoles, 8 de junio de 2011

A la luz de una vela

La biblioteca estaba a oscuras, pero aún resonaban las palabras de Selenia María. Alguien sin un brazo deambulaba por el parking de la facultad. y la lluvia seguía cayendo. Pero por suerte los golpes en la puerta habían cesado.

- Alguien debe salir - dijo Alexander Strattus, rompiendo el silencio.

Entre todos decidieron que salieran dos personas a investigar que estaba ocurriendo. Para decidir quien saldría hicieron un campeonato de Piedra Papel Tijera Lagarto Spoke. Y finalmente las elegidas fueron Maccarena y Ligié.

Las dos chicas estaban asustadizas. Antes de que salieran, todos en la biblioteca se apartaron de la puerta. Cada una llevaba una vela en la mano. Al salir, la puerta se cerró tras ellas. No había nadie en el hall de la entrada de la biblioteca. Lo que fuera que estaba dando los golpes se había marchado.

Decidieron dividirse. Maccarena fue hacia el parking y Ligié bajó por las escaleras hacia las aulas. Continuaba lloviendo a cántaros.

Cuando Ligié llegó abajo, la puerta que daba a las aulas estaba cerrada, así que fue andando hacia la siguiente puerta por debajo de la lluvia. Como la lluvia era tan intensa, tardó en ver que había alguien más delante de ella. Poco a poco, según se acercaba, comenzó a diferenciar la figura, pero solo supo quien era cuando estaba a su lado.

- ¿Corinna? - preguntó Ligié.

jueves, 2 de junio de 2011

Vestido Rojo II

Las Intocables estaban paradas en la oscuridad del despacho abandonado de la Dra. Apentcheniko. A lo lejos se escuchaba la música del baile de graduación. La sombra de la persona que había en el despacho permanecía inmovil, como ellas. Finalmente Clauti tomó las riendas de la situación y enfocó a la somra.

Las tres muchachas tenían ante ellas a la mismísima Martinica Yagunni, la que había sido 3 veces reina del baile y que este año finalizaba en la facultad. Iba vestida con un vestido blanco y al parecer había tenído la misma idea que las Intocables, solo que ella era más brillante, iba más pintada y probablemente llevaba más perfume.

- No tenéis nada que hacer chicas - dijo cuando se supo descubierta - yo voy a ganar, una vez más, con o sin los potingues que pueda haber en este despacho. Pero tranquilas, el año que viene una de vosotras será la reina, cuando yo ya no esté. Porque mientras yo esté aquí solo seréis unas secundarias. Así que podéis marcharos por donde habíais venido.

Y Martinica se dió la vuelta y continuó buscando entre los potingues. Las tres Intocables estaban llenas de odio, pero sabían que tenía razón y no podían hacer nada. Las intocables sabían como retirarse con clase. Así que comenzaron a salir por la misma ventana que habían entrado. Sin embargo, cuando Leyre Callpus estaba saliendo su tacón se rompió y resbaló. Cuando las otras dos trataron de ayudarla, cayeron las 3 al suelo, empujando una estantería llena de frascos de cristal, que cayeron rompiéndose contra el suelo, produciendo un gran estruendo.

Cuando miraron hacia atrás vieron a Martinica, debajo de la estantería, inconsciente. Tenía cortes de los cristales por todo el cuerpo, y su vestido blanco ahora era rojo. Los botes estaban llenos de sangre que se había esparcido por todo el suelo y por el cuerpo de la chica.

- ¿Qué hacemos? - preguntó Leyre Callpus.
- Creo que ya no podemos hacer nada... - contestó Leyre Lorzella
- Sí podemos hacer algo - interrumpió Clauti - podemos ser las reinas del baile.

lunes, 30 de mayo de 2011

Storm: stormer

Después de las palabras de Selenia solo hubo silencio en la biblioteca. ¿Quién iba caminando sin brazo por el parking? De pronto toda la biblioteca se iluminó con un relámpago. Después sonó el trueno más fuerte que se había escuchado en Tulancia jamás. Los fluorescentes parpadearon por un momento. Los golpes en la puerta de la biblioteca cesaron.

Las portuguesas se estaban realineando. Desde que vinieron del futuro habían abandonado sus prácticas en artes marciales y armas de tiro que habían aprendido en el sector XW37489WW~}¬¬H&% en el año 2056, pero sabían que había llegado el momento de ponerlas en práctica. Y también era el momento de adiestrar a la mítica María Catus. Pero la pobre María estaba agazapada en un rincón de la biblioteca, totalmente asustada, y refugiándose en esos momentos de su infancia en los que correteaba por las playas de Portugal y se asomaba a la ventana de su casita.

Comenzó a llover a cántaros, otro relámpago, un trueno aún más fuerte que el anterior. Los fluorescentes parpadearon, pero esta vez se apagaron y no volvieron a encenderse. De nuevo silencio, solo interrumpido por el ruido de la lluvia cayendo sobre el tejado.

sábado, 28 de mayo de 2011

Vestido Rojo

FLASHBLACK: El Baile de Graduación (un mes atrás)

Todo el mundo en la facultad de veterinaria de Tulancia se estaba poniendo las mejores galas para el baile de graduación. Pero las intocables no se conformaban con llevar las mejores galas: tenían que ser las mejores.

Por eso, mientras el resto de estudiantes se preparaba en su casa, ellas estaban en la facultad llevando a cabo uno de sus planes de incógnito.

Corría el rumor de que en el despacho abandonado de la Dra. Apentcheniko había todo tipo de cremas y potingues destinados al cuidado femenino.

Tuvieron que forzar una pequeña ventana para poder pasar al despacho. El despacho estaba oscuro y lleno de polvo, así que Clauti Alveri encendió su mítica linterna de dinamo que había comprado en el Triatlon. Y entonces se dieron cuenta de que había alguien más allí.

jueves, 26 de mayo de 2011

Gray's Anatomy

Las intocables estaban en gabinete de crisis. Las dos Leyres y Clauti se habían refugiado al fondo del la biblioteca, entre los libros de anatomía y bioquímica. Sabíanq ue todo podía tener algo que ver con lo que hicieron la noche del baile de graduación...

Mientras tanto, Selenia María Gorker trataba de mirar por la ventana, con la ayuda de sus amigos Alexander Strattus y Claudia Olippa.

- ¿Ves Algo? - pregunt´impaciente Claudia Olippa, mientras la levantaba de una pierna.

- No, solo el parking, con algunos coches, pero casi vacío - contestó Selenia - ¡Un momento! ¡Allí hay alguien!

Con la emoción Slenia María se tambaleó, perdió el equilibrio y acabaron los 3 por el suelo, tirando una estanería con todos sus libros al suelo.

- ¡Shhh! ¿Queréis guardar silenció? - dijo Gabriella - es mejor que no nos oigan.

De nuevo algo golpeó la puerta de la biblioteca, esta vez mas fuerte. Y continuó golpeándola sin parar.

- ¿Quién era? - preguntó Alexander Strattus - ¿Quién estaba ahí fuera?

- No lo se... - contestó Selenia - pero creo que le faltaba un brazo.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Water Close

Corinna seguía en el baño, muda. Los pies no se habían movido. No eran unos pies normales. Estaban pálidos y tenían hilillos de sangre coagulada que caía por los tobillos. Así que Corinna no se movía.

Pero de pronto los pies avanzaron hacia la letrina y el cuerpo golpeó la peurta, haciendo que todo se moviera. Pero no hizo nada más, volvió a quedarse quieto, solo que esta vez más cerca. Los dedos pasaban ya por debajo de la letrina.

De pronto el movil de Corinnna comenzó a sonar, y entonces aquel ser que hasta ese momento había estado callado comenzó a gruñir con fuerza y a golpear bruscamente la puerta. Corinna pensaba que la iba a tirar abajo. De pronto unos brazos asomaron por debajod e la puerta y la agarraron por el tobillo. Corinna lanzó un grito, se levantó e intentó escabullirse, pero la mano la agarraba con fuerza, y no la soltaba a pesar de que le daba pisotones.

Finalmente consiguió zafarse, se subió la taza del WC y después escaló por encima de las letrinas. Por fin pudo ver quien era aquel ser.

El comienzo

En la biblioteca reinó el silencio (por primera vez). ¿Era, acaso, una broma macabra? ¿Acaso se mofaban? Algo no encajaba, los exámenes estaban demasiado cerca: con PG no se bromea. Y tampoco con las molas. Pero parecía que la sangre de Lucas Gandolfo era real, porque seguía goteando.

- Espero que no estéis de cachondeo - dijo Clauti Alverus, rodeada de las mismísimas Leyres - estoy estudiando gine y es un poco la muerte a pellizcos. No está la cosa para zombies.

- Clauti - dijo Maccarena - sabes que aunque nos hayamos distanciado en otra época fuimos grandes amigas. Solo te pido que no salgas ahí fuera.

- Chicós, creo que estáis flipando - interrumpió Selene - esta facultad es un aburrimiento. Jamás ocurriría algo tan guay como que hubiera zombies.

De pronto algo golpeó la puerta con un gran estruendo. La madera se movió, pero la puerta no se abrió. Selenia soltó un grito. Silencio de nuevo en la biblioteca.

- Yo ahí  no salgo... - dijo María Catus, con un hilillo de voz y su mítico acento portugués.

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Unas horas antes, en la sala de informática junto al seminario VII, Corinna Bacterium se encontraba consultando su email para confirmar su horario d etrabajo en la pizzería. De pronto comenzó a mearse como si no hubiera un mañana, así que decidió ir a los cuartos de baño de las taquillas. Una vez en el cuarto de baño le pareció oir un grito a lo lejos, pero no le dió importancia.

Allí sentada, en esa mítica taza, en la más completa soledad, Corinna podía al fin relajarse. Pero Corinna no estaba sola. Por el hueco de debajo de la puerta pudo ver unos pies, unos pies con chanclas. Se quedaron allí parados. Corinna no supo por qué, pero estaba segura de que algo no iba bien. Y allí estaban los pies, parados, sin moverse. Y Corinna decidió que tampoco se movería, y procuró no respirar, porque algo iba mal.
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Aprovechando un poco el desconcierto, las Leyres y Clauti se retiraron a un rincón de la biblioteca.

Leyre Callpus fue la primera en lanzar la pregunta

- ¿Creéis que esto tiene algo que ver con lo del otro día?

- Pues claro que tiene que ver - contestó Leyre Lorzella - creo que tiene que ver todo, pero no podemos deir nada.

lunes, 23 de mayo de 2011

Nunca lo he sido tanto

Había pasado un año desde que por fin se resolvió el misterio sobre Tracy. Muchos de los implicados ya ni siquiera vivían en Tulancia, y habían llegado nuevos estudiantes. La facultad parecía estar ahora en una era de tranquilidad, sumida en la época de exámenes.

Jessica L. Buili estaba estudiando sin fin en la biblioteca, rodeada de miles de compañeros. Las dos portuguesas a las que Vitorino había traido desde el futuro ya eran unas más dentro del cuerpo estudiantil. Jamás pudieron regresar a su época por un fallo definitivo en la máquina del tiempo. Se habían instalado en la humilde morada de otra portuguesa del presente, María Catus, un pequeño ser ufano que las había acogido con amor.

Alexander Strattus, Selenia Gorker y Claudia Olippa fingían estudiar cuando realmente solo se mofaban, hablaban con todo ipo de voces y esperaban que llegara el último miembro de su equipo: Lucas Gandolfo. Luccia Dussas, en una mesa aledaña, comprobaba que su pelo estaba bien peluqueado.

En otro lugar de la biblioteca, como si estuvieran en un reservado, se encontraban las míticas divas de la biblio, las intocables:  las dos Leyres y Clauti Arvelus.

Apenas quedaba sitio en esa biblioteca para una vieja gloria, la Dra. di Forbole, escondida en un rinconcito, entre todos sus apuntes y algunos botes de pollos en formol, pensando con añoranza en tiempos pasados en los que esa facultad estaaba llena de aventuras, desventuras e historias de amor desenfrenado en las que, todo sea dicho, ella solía ser la protagonista.

Pero de pronto, y mientras la doctora se encontraba embebida en estos pensamientos, un estruendo rompió el silencio de la biblioteca. Tres muchachos habían entrado como si les persiguiera el diablo, y rápidamente habían comenzado a poner sillas, mesas y todo tipo de objetos delante de la mesa de la biblioteca. Uno de ellos estaba herido. Eran Lucas Gandolfo, Gabriella Fiorinni y Maccarena Cerrone.

Todo el mundo se arremolinó a su alrededor.

- Chicós - dijo Lucas Gandolfo - me han mordido.
- ¿Pero quién? - preguntó Lilliana Federica
- Ellos - dijo Maccarena, asustada.
- ¿Quienes son ellos? -gritó histérica Ligia Úrsula del Churro Movil - ¡Dejaos de intrigas!

Gabriella les miró a todos y cada uno, cogió aliento, tragó saliva y dijo:

- Los zombies...